domingo, 21 de abril de 2013

La historia de un poema de Fabián O. Iriarte


por Fabián O. Iriarte
(especial para El Desaguadero)


«Leyendo entre líneas» es el poema de apertura de mi libro La Caja P (Buenos Aires: Ediciones del Dock, 2012).

Pienso en la estructura de mi libro a la vez como una caja y como una narración. Como caja, el lector va abriéndola y descubriendo cada poema, de a poco. Como narración, el libro sigue (de manera imperfecta, a propósito) el hilo de la historia de Pandora y la caja que le dieron los dioses. Ella no soportó el misterio, abrió la caja y dejó salir, para su sorpresa, todos los males y las enfermedades que antes los mortales no conocían, causando devastación en el mundo. Sin embargo, en el fondo de la caja latía, pequeña, el ave verde de la esperanza, que también salió volando.

El epígrafe del poema es una cita de un artículo de Diane Rayor («Translator / Reader»), que fue publicado en Translation Review 23 (1987): «Este material requiere la lectura de los puntos, los paréntesis, las letras de incierta lectura, los espacios en blanco, las correcciones.» Rayor se refiere a las dificultades inherentes a la edición de algunos textos antiguos, de la antigüedad clásica, debido al estado de los manuscritos. Sin embargo, las dificultades son inherentes a todo texto, por completo que esté. Toda lectura es incierta. Nuestra interpretación nunca coincide un 100% con lo que idealmente propone el texto, y quizás no sea siquiera deseable que coincida. Quizás en el porcentaje de lo no-entendido resida la supervivencia del poema, su fascinación, la persistencia de su magia.

Este ensayo era parte de un seminario sobre la traducción que dicté en la Universidad CAECE, como parte de la carrera de Traductorado Público, en el segundo cuatrimestre de 2010. Un día, mientras estaba leyendo y analizando las ideas de Rayor con mis alumnas, se me ocurrió que esta afirmación era precisamente lo que me faltaba para completar (irónicamente, ya que se trata de un poema sobre lo incompleto, lo no dicho) el poema que había empezado hacía bastante tiempo atrás.

En la segunda estrofa, «espíritu suave» alude tanto al soplo de la respiración, al espíritu santo que infunde aliento de vida, como al signo que solía ponerse en algunas palabras griegas sobre las vocales iniciales aspiradas.

La cita entre comillas es un fragmento del poema de Safo acerca de los efectos del amor en una persona. La poeta los enumera como si se tratara de los síntomas de una enfermedad, de una condición patética, que hay que «interpretar» como lo haría un médico. También en medicina, como la práctica diaria lo demuestra, la «lectura» sintomática tiene varias interpretaciones.

La cuarta estrofa cita en los paréntesis unos versos del poema de Ezra Pound, «Papyrus»: «Spring… / Too long… / Gongula…» Dos o tres veces he usado ese poema en mi clase inicial de Literatura Comparada. Al principio, mis alumnos me miran como si estuviera demente, como diciendo: «¡Pero eso no es un poema!» Los invito a considerar cada «verso» por separado, a rellenar los espacios en blanco con lo que cada palabra sugiere. «Primavera»: amor, vida que vuelve a surgir, florecimiento. «Demasiado tiempo»: separación, nueva reunión, la última vez. «Gongula»: perplejidad; no están seguros. ¿Un lugar, el nombre de una mujer amada, una joven?

Mis alumnos terminan comprendiendo, asombrados, que han leído lo que al principio no creían que fuera un poema. Que las asociaciones que han hecho les permiten armar el rompecabezas del poema, a pesar de (como dice Rayor) «las letras de incierta lectura» y los «espacios en blanco» del texto. Que cada uno va a crearse un poema diferente, y que sus lecturas son igualmente válidas, siempre y cuando se apoyen en las palabras del poema, que son las únicas claves que poseemos. Ese es el momento de la revelación, de la epifanía de los propios mecanismos que ponemos en marcha para andar en la realidad. Es el momento que yo espero cada vez.

Este primer poema es, entonces, una invitación a imitar a Pandora, a abrir la caja P (de poemas llenos de dolores y de alegrías) y tratar de comprender, aun cuando «falten» algunas cosas, haya espacios vacíos, se detecten errores de interpretación. Siempre hay claves para entender la realidad y las personas, que nos sirven (aunque más no sea provisoriamente) de guía en el laberinto del mundo.


 








Leyendo entre líneas


This material requires reading dots,
brackets, uncertain letters, gaps, and emendations.

—Diane Rayor



Como un poema lírico griego arcaico,
hay personas fragmentarias.

Se las lee entre líneas, despacio, con cuidado
de no pasar por alto
un espíritu suave que sople al principio.

“Me parece igual a los dioses
aquel que se ha sentado frente a ti”.

Una coma inexistente, una modulación
temporal (primavera tan lejos)
(hace tanto tiempo)…

La persona está fragmentada, hecha astillas
o hecha estrellas, como la noche,
como un espejo roto. Y quién es el experto
que pueda leer el texto.

Quién puede leerte.

1 comentarios:

Fernando G. Toledo dijo...

Y este poema quizá no requiera, pero sí invite a la lectura de un libro-poema que tiene muchas resonancias con este: Primera persona, de Hernán Schillagi.