sábado, 11 de abril de 2009

Noche de ronda, poesía y música

Presentación de la revista Serendipia N° 11. Recital de Patricia Rodón, Rubén Valle (poesía) y Jorge Martín (música).



por Paula Seufferheld

Las gacetillas informaban que la presentación de la revista literaria Serendipia nº 11 sería el viernes 3 de abril, en el Museo del Área Fundacional a las 22. Incluiría, nada menos, un recital donde se reunirían Rubén Valle y Patricia Rodón (poemas) y Jorge Martín (teclado). ¿La entrada? Un libro para una biblioteca popular, uno más de los gestos solidarios de Alejandro Frías y Lorena Puebla, responsables de esta publicación cultural.

Esa noche, todavía en su casa, esta cronista debía afrontar dos problemas: ¿qué libro llevaría?, ¿cómo llegaría al Museo del Área Fundacional desde Palmira? Miró su biblioteca: 3 volúmenes de El Principito, regalos de distintos cumpleaños y 2 ejemplares de El Perfume. El libro de Saint Exupery le pareció infantil, en cambio, el thriller de la Edad Media era una buena intriga, alguien sabría disfrutarlo.

Ya en el centro, esta redactora de incógnito, encontró el Museo y dio dos vueltas por la plaza Pedro del Castillo. Solo veía novias y quinceañeras sacándose fotos en las distintas fachadas del edificio. Detuvo su auto y se limitó a observar. De pronto un joven cruzó la calle con un libro en una de sus manos. Había que seguirlo. Sin que percibiera el acoso visual, el muchacho y la que escribe llegaron al bar Don Hilario casi al mismo tiempo. Al aire libre se habían dispuesto las mesas alrededor de una pérgola iluminada. Allí estaba montado el pequeño escenario donde los artistas darían su recital de poesía y música. ¿Público?, mucho. 60 personas que colmaban todas las mesas y los espacios de césped. ¿Clima? ¡Qué decir de este eterno verano! Parafraseando unos versos de la Rodón, daban ganas de dejarse estaquear por las estrellas hasta la mañana. A este marco se sumaron el vino, las empanadas y las picadas para dar consistencia, aroma y sabor a la previa de este encuentro.

Con su bonhomía y calidez marca registrada, Alejandro Frías abrió la presentación comentando las distintas secciones de la revista, hizo hincapié en las nuevas como “El duelo” que consiste en desafiar a 4 escritores para que elaboren un relato a partir de una frase disparadora y “Ayer te vi” donde distintos autores irán develando sus rostros. ¿La intención de esta sección será que las letras den la cara? El responsable de Serendipia, también contó con orgullo el interesante intercambio literario que se está gestando entre escritores mendocinos y mexicanos en el contexto de la revista y del Grupo Café Literario del D.F., “menducos” y “defianos” se conocen y publican sus materiales aquí y allá, ¿qué tal? Después de este breve paneo por la publicación, Alejandro sacó bombos y platillos para presentar a los dos poetas convocados, las estrellas de la noche. Hacía mucho tiempo que no entrelazaban sus voces y Serendipia lo logró. ¿Exageró Frías cuando comparó este encuentro con una reunión de ex-Beatles? Cada lector-oyente del dúo habrá tenido su juicio, lo cierto es que este tipo de presentaciones rim-bom-bantes además de controvertidas son muy divertidas.

En un tono pausado, donde palabras y silencios se intercalaban con justeza, Rubén Valle leyó algunos de sus poemas. Brevedad e ingenio brillaron en “Monólogo exterior”, “Vox Populi”, “Legado”, “Darwin” y “Un poeta por día”. En este último texto el poeta revela una pesadilla: Anoche soñé con perros/se comían un poeta por día.

Patricia Rodón demostró otra vez que una voz dulce puede cohabitar con una lengua descarnada. Presentó algunos poemas de su libro inédito Colores primarios como “De pasos” y “Agua clara”.

A medida que se sucedían los poemas, algo resultaba extraño: nadie aplaudía. Incluso la Rodón, cuando escuchó el primer aplauso agradeció este gesto que ya no esperaba. ¿El público fue poco expresivo o no quiso interrumpir el fluir de las palabras que iban de un poeta a otro? Creo que todos los presentes optamos por el silencio que permitió que paladeáramos desde los títulos hasta las inflexiones de voz de los puntos finales. (¿Todo esto no será una sanata de esta redactora para justificar la modorra etílica de varios asistentes?).

El dúo Rodón-Valle subió tres veces al escenario. Este concierto se completó con la participación del pianista Jorge Martín que desplegó un repertorio de temas ágiles y contundentes como “Migración de pájaros”, basado en textos de El Principito (sí, el mismo libro que la que escribe no quiso donar), “Aquellos días”, “Rojo sobre rojo” y “43 puestas de sol”. El músico sorprendió al final con una tranquila canción de cuna desprovista de los toques dramáticos del resto de sus composiciones.

¿Por qué estos 3 artistas no se unieron en algún momento de la noche? ¿Qué resultado se hubiera obtenido de este cruce de fuerzas poéticas y musicales? Es algo que muchos de los presentes nos quedamos con ganas de saber.

La presentación concluyó con la venta de la revista, el pan más sabroso para aquellos que editan y escriben. Con ese manjar, 80 páginas de olorosa tinta fresca, nos fuimos del bar, borrachos y efusivos de palabras abundantes y justo vino.



Algunos poemas de los autores



Monólogo exterior

Creo en las verdades piadosas
En el tic tac de la hoja en blanco
En que uno más uno es uno
Y que poco importa si venimos de Eva
los monos o los barcos
Creo que dios es una luciérnaga en pleno día
y que los padres son magos antes que reyes
Creo que la fe es una ventana
y hay quien se tira y quien no
Quien habla un idioma propio
y quien calla en la lengua del otro
Creo en caminar por el filo de una palabra
Tropezar dos veces con el mismo poema
Y blasfemar contra las putas musas
Creo en la duda y su recompensa
Creo que creo
Creo que todo está dicho
Tanto que vale decirlo una vez más.


Rubén Valle, de Tupé (inédito)


Los misterios que merecen ser salvados



El resplandor que sale de la voz de los cantantes
La confusión del adn de los muertos
La canción de una niña a su muñeca
Los poemas que se llevan como amuletos
Las cosas que se mueven en el final del viento
La asamblea que discute en el insomnio
El micrófono escondido en los secretos
El canal privado de los sueños
Las manos de los músicos
La insondable noche y las estrellas
El pie salvaje de las bailarinas
Los abrazos de los que vuelven
El silencio y su eco
Los blues que son la tristeza en su belleza
Los besos que son campanas que suenan para adentro
El goce y su pura alegría
El aire que circula entre las palabras de amor
Los ojos de las mujeres cuando se pintan los labios.



Patricia Rodón, de Estudio voyeur (2001)

12 comentarios:

Cecilia Restiffo dijo...

Paula: Muy buena tu crónica, qué bueno que esto se difunda, son quizás estas actitudes de hermandad las que nos permiten saber que algo se mueve en este desierto!
Por otro lado aplaudo a Alejandro y Sra. por la iniciativa constante y esperanzadora, si deciden acercarse por San Martín ténganme en cuenta para lo que haga falta , el generar esos espacios es lo que se necesita para que los escritores salgamos de nuestros cubiles y compartamos esta pelea por la palabra. BRAVOOOO!

Fernando G. Toledo dijo...

Felices estamos los «desaguaderos» por esta experiencia, de atractivo valor periodístico y poético. Una crónica de una lectura de poesía, con toques críticos como ésta, no son comunes ni mucho menos. Y se enlaza me parece mucho con el artículo precedente, en el que Sergio Pereyra hablaba, entre otros temas relacionados, de la importancia del saber leer en público un poema.
Me parece interesante también algo que atrajo la atención de Paula, y es la ausencia de aplausos en la mayor parte de la lectura. No sé si siempre son necesarios. A veces rompen un poco el clima, y cuando aparecen, se produce un fenómeno extraño: el público parece verse en la obligación de aplaudir al final de los poemas siguientes y el poeta hace la pausa y pestañea como para esperar el batir de palmas.
Yo creo que lo mejor es que se aplauda al final, o después de una tanda de poemas, y no al término de cada uno.
Pero en el caso de esta lectura, me dice una buena fuente, la falta de aplausos pudo deberse a que no se creó un clima apropiado. De ello no son culpables sólo los poetas o sólo el músico o sólo el público. Hay veces que la cuestión no funciona y no importa que se estén sucediendo hermosos versos.
Misterios de la poesía en voz alta.

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Ceci:

La idea, creo, es que podamos difundir muchas de las actividades que se hacen en torno a la poesía. Este es el comienzo. Habrá que seguir moviéndose, estando atento a la agenda y un poco empezar a practicar EN SERIO "la fraternidad" de la que hablaste en tu ensayo el mes pasado.

Lo de Alejandro y Lorena es de una patriada importante. Lo paradójico es "lo fácil" que hacen parecer que fue el proceso de la revista. Ahí están los dos, con su amenidad a prueba de balas, recorriendo mesas, entregando ejemplares, con sus niños en brazos... Y NO ES PARA NADA FÁCIL. Estamos hablando de una publicación de 80 páginas, donde el material ha sido cuidadosamente seleccionado durante meses, corregida con esmero... sin contar el trabajo de "comercial" de búsqueda de auspiciantes que es, supongo, de hormigas.
Me sumo en la ayuda que necesiten si se arriman por estos lares del desierto.

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Fernando:

Gracias, primero, por las palabras elogiosas acerca de cómo se escribió esta crónica. Las valoro infinitamente, sobre todo porque a esta altura de mi vida pensaba que ya no iba a poder hacer nada relacionado con el periodismo y, por suerte, aquí estamos. Como sabés, en mi minicorta trayectoria de estudiante hubo equívocos mil que me desanimaron bastante. Estar en El Desaguadero es una satisfacción enorme y espero que sigan pidiéndome textos que los voy a hacer, me animo hasta con las encuestas.

Sobre los aplausos, es complicado y pienso lo mismo que vos: creo que los clap clap después de cada poema rompen con cierta continuidad en la lectura del poeta, definitivamente sacan al artista de clima y lo ponen frente a silencios incómodos cuya duración desconoce: "¿cuándo termina de aplaudir el público?, ¿cuándo empiezo de nuevo a leer?". Me parece que lo ideal es el aplauso después de una tanda. Dos o tres textos y la ovación apoteótica. Incluso, permitiría que el vate tire besos tipo reina vendimial. Fuera de broma, creo que deberíamos proceder como en un concierto de música clásica. Al primer bestia que aplauda frente a un simple cambio de tempo -en este caso cambio de poesía-, alpargatazo en la frente.
Acerca de lo que funciona y no en las lecturas cuando todo parece ser ideal, sin duda son misterios de la poesía en voz alta. Allí, el especialista Pereyra podría darnos su opinión.

Gracias Fer, atesoro tu opinión calificada.

Hernán Schillagi dijo...

El género crónica de espectaculos, ya es por demás interesante por su hibridez y carácter testimonial. Allí el cronista es un observador atento que se permite disfrutar. Pero cuánto más copada la cosa si el evento es un recital de poesía.

Yo soy aplausero. El silencio entre poema y poema lo siento como un mate frío y amargo. Siempre inicio los aplausos en cualquier espectáculo y, por contagio, comienzan a crecer y multiplicarse.

La opción de palmear festivamente por tandas es la más ajustada. Pero cómo programar al público? ¿Qué sucedería si en una tanda de 3 poemas, el segundo arranca un espontáneo aplauso? Nos enojamos con el público y lo aleccionamos. Hay que aplaudir en cada uno y encontrar el timming como lector.

Por otro lado, no concibo un músico en una performance poética sin que intervenga y cree un clima de acompañamiento (y no de mero fondo musical) de los poemas. Además de crear "breaks" entre cada tanda de lectura para que su música dé un paso al frente. Son detalles que el público lo agradece.

Finalmente, soy de los que creen que leer de pie favorece de modo sustantivo a crear un clima tenso para que la voz se proyecte mejor y capte la emoción del oyente. La displicencia de estar sentado, da calidez, pero resta.

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Hernán:
¡Leer de pie! Sería un ideal. En general, me emociona este tipo de recitado, da la sensación de que el poeta se ofrece junto con su obra de una manera indisoluble. ¡Ah!, y si le tiembla un poco la mano que sostiene el papel, ese toque drámatico, casi copiado de Sandro, le da una tensión a la lectura que hasta dan ganas de pararse y acompañar al artista en su sacrificada posición vertical. ¿Pero qué sucede cuando la presentación dura casi dos horas? Insisto, es un ideal. Piense, querido Hernán, que hasta el poeta más deportistas -hay pocos- después de los 30, en el único lugar donde acepta quedarse parado -y porque no le queda otra- es en la cola de un cajero.

Hernán Schillagi dijo...

Paula: primero y principal. Una performance poética nunca puede durar más de 1h 20m. En segundo lugar, quién te dijo que va a estar todo el tiempo en el escenario: Se alternan los lectores, entran y salen, se paran y se sientan; y cuando el músico toca, mutis por el foro.

Todo esto le daría más dinamismo a la lectura, al menos. Eso sí, y lo dirás por tu experiencia, no hay con qué darle a las mesas de lectura. 4 ó 5 poetas leyendo sentados, nunca alcanzan los micrófonos o los cables son cortos y chisporrotean. Pero eso se aleja bastante de lo que es un espectáculo. Aunque igual se disfruta.

Pd:Como no me has traído la revista, aún, no entendí mucho lo de la nueva sección "Ayer te vi". Si es que sólo paparezca la foto de los escritores, me parece una huevada. Aunque si es que ellos mismo se describan me parece un ejercio interesante.

Escribir, coleccionar, vivir dijo...
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Escribir, coleccionar, vivir dijo...

HernánMe da la sensación de que con estos comentarios estamos esbozando un borrador de "la etiqueta y protocolo a seguir en un recital poético y musical". Primero coincidimos con el Fer en el momento de los aplausos, después vos diste sugerencias sobre la postura adecuada para proyectar mejor la voz -y por qué no la emoción- en la lectura y, por último, ahora te referís a la duración de un recital. Ninguna de las propuestas me parece mal, pero, ¿cómo imponerlas? Yo creo que el uso irá cristalizando lentamente la costumbre. Lo hacés vos en tus presentaciones, el Fer también... Quizás la revolución se produzca en el este, ¿quién te dice?

(Si no da para una revolución podemos imprimir unos folletos instructivos).

Otra propuesta: poesía + música y no poesía y música. Como sugerí en la crónica, me quedé con ganas de escuchar poemas acompañados por música. En otros recitales esta sumatoria de "músicas" crea climas de mayor intimidad y le da más hondura a las palabras.

Hernán Schillagi dijo...

Reproducimos (de buena fe) algunos comentarios que nos han enviado lectores entusiastas por correo electrónico con motivo de esta crónica y la publicación de El Desaguadero.

Dionisio Salas Astorga: Me encantó la crónica de Paula. Me gusta la imagen que muestra la revista. Los felicito por el proyecto.

Alejandro Frias: Ahhh, bueno!
Agradecimientos miles a Paula. No quiero saber qué va a escribir cuando estemos en San Martín (Esa no te las esperabas, ¿eh?)
Abrazos a todos y gracias por las palabras.
Los serendipios de siempre.


Rubén Valle: muchas gracias por tomarse el laburo de cubrir un evento poético (¿¿!!) Me parece que El Desaguadero viene a cubrir un espacio o bien complementar el ya transitado por Serendipia. Celebro que desde San Martín sigan surgiendo estas movidas. Por favor retransmitile esto a Paula porque no tengo su mail. Realmente hizo comentarios sutiles, respetuosos, que podrían haber dado para pegar gratuitamente y ella lo hace con alto vuelo. El debate aplausos sí, aplausos no, debería ser irrelevante. Lo importante es si la poesía todavía nos toca (Borges dixit) como la cercanía del mar. Si alguien se sintió tocado ese viernes, misión cumplida.

sergio dijo...

Paulita:

qué linda la crónica!!! Si hasta dan ganas de haber estado allí oyendo a Rodón, Valle y Martín por separado (tiene que ser muy pero muy buena la música que acompañe a un poema para que no suene a Kenny G.)

En cuanto a lo que hacen Frías y Puebla, es verdaderamente para sacarse el sombrero. Los de cultura del gobierno deberían tomar nota. Felicitaciones.

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Sergio

A pesar del desliz de haberme llamado Paulita (Paula significa pequeña, imaginate el diminutivo), agradezco tus elogios. No faltará oportunidad en que asistamos juntos a alguna de estas veladas y cual pianistas de cabaret, hagamos una crónica a cuatro manos.

Yo creo que un buen poeta va a buscar un músico a su altura, lo de Kenny lo dejamos para los actos escolares en donde prestamos la voz de manera mercenaria y terminamos hasta confundidos con "Carrozas de fuego".