viernes, 28 de agosto de 2009

El cruce entre el voseo y el tuteo



Complejos (y complejidades) de los poetas argentinos



por Hernán Schillagi

1.La vendedora de fantasías. Sábado a la tarde. Los intrincados laberintos del zapping me conducen hasta canal 7 de Buenos Aires. Extrañado, observo a una Mirtha Legrand hermosa, aunque sin photoshop de por medio. Sí, toda en blanco y negro, su voz atiplada vuelve loco al galán de turno y me confunde a mí que escucho: «Tú», «Por ti», «Tienes», «Óyeme», como ráfagas discordantes e incómodas. Entonces me pregunto ¿Esto no es el cine de oro argentino?¿O es que puertas para dentro del Río de la Plata no hablamos de vos? Inmediatamente, sin desvíos, la cabeza se me dispara hacia la poesía para trasladar el interrogante: ¿Cómo nos hemos llevado –y nos llevamos- con el voseo los poetas argentinos?

2.No sos vos soy yo. Cualquiera que se haya acercado a la poesía alguna vez sabe que ésta no tiene por qué ser verosímil y mucho menos realista. Hacer creíble el discurso es una mochila que cargan desde siempre la novela y el cuento. A ningún poeta se le ocurriría la necesidad estilística de reflejar «el idioma de los argentinos», como le gustaba decir a Borges. También es cierto que el voseo tiene el estigma de no ser muy musical que digamos. La mayoría de sus flexiones verbales son agudas, cortantes, ásperas y suenan imperativas al resto de los oídos latinoamericanos: «Me gustás cuando callás, porque estás como ausente», recitaría Neruda, apoyado en un farol del barrio de Flores. ¡Todo un engendro! Y así de artificial nos tendría que sonar a nosotros el tuteo de boca de nuestros poetas. Como también, estoy seguro, nos resultaría extrañísimo escuchar en la performance de un argentino el pronunciamiento interdental de las zetas y las ces, como se hace en España.

3.Poesía eres (y siempre serás) tú. Me acerco a mi biblioteca y tanteo sin elegir demasiado. Olga Orozco: «Me reconoces, me palpas, me recuentas». Enrique Molina: «Óyeme:/perdida hechicera del perfume del viento». Amelia Biagioni: «Recuérdate surgir de mi balada». Basta, no sigo más y me alejo. Seguro que alguien pensará que el tuteo no les impidió a estos poetas plasmar una poesía alucinante y única. Nadie lo niega. Sin embargo no puedo dejar de ser un aguafiestas que en medio del carnaval carioca inquiere: ¿Por qué escritores como ellos, con una voz tan poderosa y original, no se atrevieron a vosear? Vuelvo a estirar mi brazo temblando y saco otro libro. No, Alejandra, vos no: «Porque a Ti te debo lo que soy» (Pizarnik).

4.La traición de Tita Merello. Viene un amigo y me trata de convencer. «Usar el voseo», me dice, «nos convertiría en una comarca aislada, cuando afuera nos esperan 400 millones de hispanohablantes que tutean a lo loco». Lo que sí estoy seguro, le contesté, es que Juan Gelman no pensó en lo mismo para convertirse, a fuerza de un lenguaje tan personal como argentino, en el poeta (nacido en estas huestes) más conocido y premiado del mundo en la actualidad. «Pero ponete a escribir tangos, che», y mi amigo pega un portazo y se va. Entonces no me deja decirle que sí, que uno de los «peligros» de vosear es parecerse demasiado a un milonguero de pucho en la boca y pelo engominado. Sin embargo, ¿no sería un desafío mayor escribir poemas sin complejos ni complejidades para no tener que recurrir a la ortopedia del tuteo ibérico?

5.Che papusa, oí. Por lo tanto, el planteo sería el siguiente: ¿Escribimos tuteando por comodidad auditiva?¿Para ampliar el «nicho comercial» de lectores?¿Tenemos miedo que en un futuro distante el voseo sea avasallado por tanta telenovela colombiana y doblaje mexicano y se repliegue hasta desaparecer, como le está pasando al respetuoso y atribulado Usted? Porque si de algo estamos seguros es que al le queda una larga vida en la comunidad hispanoamericana.

6.La voz, ¿a vos debida? En todo este divague compulsivo del voseo contra el tuteo no puedo dejar de pensar en poetas como Dante Alighieri. ¿Creen que me fui muy lejos? Tal vez, pero el florentino se arriesgó con un convencimiento de hierro por su lengua nativa ante el prestigioso e «inmortal» latín. Dante, junto con otros poetas (Cavalcanti y Guinizelli), en el siglo XIII propulsaron el «Dolce Stil Novo»; que era, nada más y nada menos, escribir poemas con el habla de uso cotidiano, aunque los académicos de la época recomendaran, para la perdurabilidad de una obra, la lengua de los antiguos romanos per secula seculorum. Por gestos de valentía como éste nos quedó La divina comedia y, más adelante, los sonetos de Petrarca. ¿Tanto nos costará a nosotros, por tanto, encontrarle la vuelta al ripioso vos?

7.Rezo por vos. Como la hegemonía de lo que se conoce con el mote de «Poesía de los ‘90» está en un lógico y oxigenable retroceso (basta con leer un poco lo que están publicando editoriales como Gog & Magog, Abeja Reina y Del Dock); otro temor sería, pues, que vosear en un poema te convierte en «chabón», «cartonero» o en un «cronista posmo» del reviente nocturno. El verdadero riesgo aquí siempre ha sido el volverse funcional a una estética de moda, en un colaboracionista del eje poético dominante. Es por eso que no dejo de reconocerles (y agradecerles) a Fabián Casas y a Patricia Rodón que, en su momento, levantaran la «bandera del vos» y que, de ningún modo, resignaran lirismo por veracidad sociolingüística.

8.Seremos como el Che. Finalmente, todos saben (aunque prefieren ignorarlo) que el voseo es un fenómeno que está en el habla de casi todos los países de Latinoamérica desde el siglo XVII. En algunos es de uso estrictamente familiar, en otros lo paladean sólo los jóvenes y las clases más populares; o como en Uruguay, el vos se mezcla con las formas del tuteo. Si hasta el mismo Andrés Bello amonestó a los chilenos y su particular «vos, cómo andái»; y los mandó a escribir cien veces al pizarrón de la vergüenza estándar. Lamentablemente, esta realidad del voseo es pasada por alto y nadie conjuga aquí como Martín Fierro manda. Muy pocos poetas se la juegan hoy por encontrarle la verdadera cadencia siglo XXI sin tropezar con los tópicos del 2x4. Quizá, una posibilidad se encuentre en la siempre atenta y punzante Tamara Kamenszain: «donde hubo hogar quedan fotogramas/vos tú él el hombre con la cama doble». Aunque, parece, muchos prefieran ser los que mañana escribirán sus textos como si teclearan en el teleprompter poético de la CNN en español.

Final.Va por vos. Incluir las formas verbales del voseo en los poemas, entonces, no implicaría un regreso lugoniano al nacionalismo reaccionario; sino un salto ecuestre a una nueva musicalidad, un oír «el ruido de rotas cadenas» que nos libere de prejuicios y complejos de inferioridad, una apertura simultánea de ventanas a las naftalinas líricas del tú, un tomarle las astas al toro pesado del canon. ¿Acaso por mucho menos que eso, algunos no andan diciendo que escriben poesía?

martes, 18 de agosto de 2009

Un paseo sin paraguas





por Paula Seufferheld


Lluvias, Laura Wittner, Bajo la luna, 2009, 48 páginas.


Gris plomo. Gris plata. La tapa Lluvias de Laura Wittner anticipa en el color del fondo y la tipografía de su título las variadas y exquisitas cortinas de agua que atravesaremos con su lectura. Si en anteriores poemarios la mirada de la autora se enfocaba en realidades diversas, incluso distantes geográficamente como en Las últimas mudanzas (Vox, 2001) donde los viajes líricos podían concluir en Toronto o Nueva York, esta nueva producción poética cierra el espectro de paisajes y situaciones para centrarse en un único tema que da a la obra un marcado carácter conceptual. Pero este cierre no es sólo temático, el estilo se despoja de enumeraciones excesivas, frases en inglés o superposiciones inconexas de elementos cotidianos que estaban presentes en poemas anteriores. Así Lluvias crea una belleza desnuda y directa forjada de imágenes y metáforas precisas.


El texto se divide en tres secciones: No llueve, Llueve y Llovió. Espera, acto, recuerdo. Quizás la vida misma es una sostenida repetición de esta tríada de momentos. Las lluvias constituyen aquí la excusa para mostrar estos instantes que movilizan cualquier existencia.

A través de intensas imágenes sensoriales, los poemas de No llueve revelan un yo lírico que espera la lluvia como refugio: «Débil olor a lluvia, y las hojas del árbol que empiezan a / moverse. // Deseo inconfesable: que llueva, que no venga nadie». De todos modos, aguardar que llueva no sólo es promesa de intimidad, también puede ser experiencia frustrante: «si todo el día no fue más que / una preparación para el escándalo / y al final no estallara la tormenta».

En la segunda sección, el tono introspectivo desaparece y da paso a versos vertiginosos de fuerte intensidad narrativa. La autora necesita «contar» de manera gráfica y contundente la acción de llover: «La vida es lluvia / que de repente toma envión y hace más ruido / algo así como dos kilos de papas / rallados sin miramientos». Pero la lluvia no sólo asume el ropaje de tormenta destructiva. En su infinita variedad, también es sutileza que capta la mirada poética: «Lluviecita subrepticia / que corrige la mañana».


La humedad se evapora y los poemas de Llovió recuperan la calma del comienzo. Laura Wittner a través de la memoria intenta apresar la fugacidad del agua aunque sabe que sus intentos son vanos. El cielo es techo distante y seco de nuevo y la lluvia sólo ha dejado algunos rastros: «Unas palomas se sentaron en el piso / a respirar el olor a eucaliptos»


Otro libro


En la página 32 concluye Lluvias para dar comienzo a Huecos, un texto distinto del reseñado en todo sentido. Desde lo temático hasta algunos rasgos de estilo, hay pocos puntos de contacto entre ambos. Entonces, ¿por qué están juntos?, ¿un pedido de la editorial?, ¿la necesidad de la autora de publicar más poemas? Independientemente de cuál sea la respuesta, Huecos reúne una serie de textos muy autónomos entre sí que remiten a temas variados. Dos artes poéticas sobresalen sobre el resto de la producción. Se trata de los poemas Receta de la abuela y Huecos. Para la poeta, empuñar la lapicera puede ser un oficio sombrío: «Lo de encontrar la luz es verso / o está en verso. / Como si esto no fuera / más que una ligera superficie / donde jugamos a danzar / -ratoncitos imantados- / y por debajo el vacío, seriamente, / se dedicara a desplegar sus pasadizos».

Finalmente la lectura de Lluvias termina, pero sus versos persisten como un goteo insistente. Quizás ya formaron un charco donde, una y otra vez, podamos contemplarnos.



Tres poemas de Lluvias



Certeza


No tengo idea de dónde estoy,

perdí toda referencia. Lo único

que te puedo decir es que el rectángulo

de esta ventana apiña árboles

entre los que distingo una palmera,

una magnolia y varios tipos de coníferas,

y que todos se están balanceando con las ramas hinchadas

mientras emiten un uuuuuuu bastante agudo

incentivado por un espeso viento: lo único

que te puedo decir es que se viene

y que voy a ver llover en algún lado.


*


Fuerte


En la extremísima quietud del sueño,

como piedras, los durmientes imaginan

que la tormenta lo que hace no es caer:

es galopar hacia delante en frenesí.

Tronarles órdenes a sus caballos

que si no fuera por las riendas

elegirían desbocarse poniendo como excusa

la aterradora iluminación electrizada.


*


Receta de la abuela


Dejá primero que se te llenen los oídos

de conversación y elementos metálicos.

Volcá sobre esa capa los poemas impresos

y dejá que te llenen la cabeza.

Mientras tanto café, y con viento a favor

suena la alarma y manoteás la lapicera.



Laura Wittner



lunes, 10 de agosto de 2009

El reportaje haiku: Eliana Drajer chocadora


Eliana Drajer (foto: Mercedes Parral)


por Hernán Schillagi

Intro

La idea de la sección es que los poetas nos respondan tres preguntas (tres versos tiene el haiku) que están referidas a las tres características esenciales -según Matsuo Basho- del haiku japonés: en este momento, en este lugar, atravesados por una reflexión.

Entonces, le pedimos a la poeta mendocina Eliana Drajer, que está por publicar su primer libro, que nos cuente tres aspectos claves de su manera de ver a la poesía.


1/En este momento
¿En qué etapa se encuentra tu primer libro Muñequitachocadora?¿De qué trata?

En este preciso momento Muñequitachocadora está en manos del editor (Carlos Aldazábal, de «El Suri Porfiado»-Bs.As.-). Seguramente antes de fin de año lo presente. Hoy estoy muy feliz porque he recibido el subsidio que obtuve luego de la selección que realizó el Fondo Provincial de la Cultura de la provincia, en junio de 2008.
En pocas palabras, Muñequitachocadora es la historia, contada por medio de dos voces o registros (poesía y narrativa), de una precoz adolescente y los conflictos, tanto económicos como culturales, que padece por pertenecer a la marginalidad y hablar desde el nuevo lugar de una niña-mujer que intenta descubrir el mundo que la rodea.

2/En este lugar
¿A cuáles poetas mendocinos de tu generación recomendarías a los gritos y por qué?

No sé si de mi generación, preferiría llamarlos contemporáneos a mi proceso de creación o lectura. Recomendaría a gritos a Juan López. Admiro mucho la poesía de Juan. Por su realismo social, la intensidad de su simpleza y la fidelidad de su voz. Juan López es como su nombre. Tan simple y claro que uno no sabe si es real o no.
También disfruto mucho los textos de Rubén Valle. Tanto la poesía como algunos relatos cortos. Admiro su sabiduría y honestidad con la palabra.
Más cercanos a mi «generación» me gusta el minimalismo sanguinario de Eugenia Segura, el realismo sociológico de los microrrelatos de Leandro Hidalgo y las cajitas performáticas y audaces de Débora Benacot. Hay otros jóvenes más que no he tenido la oportunidad de leerlos o escucharlos en profundidad.

3/Una reflexión
¿Cuál es la obra o autor que más te impactó y cómo se refleja en tu poesía?

Alejandra. Pobre… Creo que si Alejandra Pizarnik se levantara de su tumba se volvería nuevamente por la cantidad de seguidores insoportables como yo. Ella fue una voz decididamente oportuna en una etapa de mi vida. Cayó como un «ángel» perverso en mi cotidiana idea de lo que era la poesía. Y lo desbordó todo. No puedo dejar de mencionarla nunca aunque ya no la leo tanto.
Ahora estoy descubriendo otras voces, soy muy curiosa con eso. Necesito siempre estar leyendo algo nuevo. Esa es una de las ventajas que le doy a Internet. Navegar en busca de una nueva palabra, aunque, por supuesto, luego consigo el libro. Nunca será lo mismo.
Hace un mes fui a Rayuela y conseguí una Antología de la poesía beat. Quedé deslumbrada por la crudeza de Ferlinghetti, por ejemplo. Otro descubrimiento, más cercano a nuestra generación y región, es la jovencísima porteña Samanta Schweblin. Hace unos meses atrás le escribí por un tema académico y luego apareció una nota en Los Andes, donde recomendaban su último libro. Al otro día estaba en Yenny comprando Pájaros en la boca. Impecable ese libro. Me dejó casi insomne por dos días, pero eso me gusta también.




Algunos poemas de Eliana Drajer



de Muñequitachocadora



1

Soy un juguete
creado en trapo
papel o cartón
da lo mismo

Tengo una espinaincrustada en la palabra
que durará algún tiempo

Por ahora
es temprano pronosticar un final nuevo
o escalar a otras voces

El cuento no termina cuando yo decido.


Esta es la historia de muñequitachocadora. Muñequita pelirroja, sola, perdida. Parece que fuera gris. Pero es muymuyroja. Prefiere la noche. Las de luna llena son su perdición. En estas noches mira fijo el cristal y lo vacía tirándole piedras negras. Su rito siempre le funciona.

*

3

Me alucina columpiarme
con mi vestidonegro bordado a mano
y cubierta de telarañas

No extraño mi cuna con mantilla rosa
ni las vainillas con Nesquik que
mami servía
a las cinco de la tarde

Ya tuve una vida con
infinitos arco iris de colores
y soldaditos de plomo

Creo estar demasiado vieja
para seguir cuestionando al mundo.


muñequitachocadora casi siempre se viste de negro. Me contó que su mamita tiene mucha ropa de ese color. A ella también le gusta. Mi mami dice que es un color paragentegrande.



*

9

Después de lamer la pantalla
cerraré mis mensajes
pagaré la cuenta
y me iré silbando bajito

Llegaré a mi casa
abriré la puerta
la perra me recibirá
el gato también

Mami destapará la tercera botella
tomará 29 tragos de malbec
y grabará el nombre de papi
en todas las paredes.


Ya les conté que el papi de muñequita está preso. Nunca me he animado a preguntarle porqué. En el barrio dicen que era drogadicto. Andaba comprandoyvendiendoporquería. El otro día estábamos en la placita del barrio y un pibe amigo de muñe se prendió un faso y nadie dijo nada. Yo me fui a mi casa, por las dudas. Creo que muñequita anda en algoraro.



de Chocolate África



hombreimpetuoso

Una tarde soleada
cerca del río Júcar
Caballo y yo
charlábamos

Una paloma blanca se acercó
y le miró fijo los pies
pero fijofijo
la paloma le miró sus dedos
no sacó su mirada de los pies de Caballo

Caballo impetuoso pensé
y él comenzó a acariciar su cuerpecito blanco

la mano negra arriba de la paloma blanca
la paloma blanca debajo de la mano negra
la mano como África arriba de la paloma
acariciando
acariciando suave
suave
y la paloma como yo
sintiendo cosas insólitas.