domingo, 17 de marzo de 2013

La poesía militante de Ernesto Cardenal, de pie



Antología poética. Lectura: Ernesto Cardenal. Lugar: teatro Plaza de Godoy Cruz.
 Día: 15/03/2013. Público: 750 personas.


por Hernán Schillagi


El pájaro de la poesía latinoamericana pasó con vuelo rasante por Mendoza la noche del pasado viernes y despeinó, con el filo de sus palabras, a más de 700 personas. El nicaragüense Ernesto Cardenal (Granada, 1925), último ganador del prestigioso Premio Reina Sofía de Poesía, llegó al teatro Plaza de Godoy Cruz con un espectáculo sobrio, en apariencia, llamado Antología poética, en el que proponía hacer un repaso personal por el camino de su producción lírica.

Cardenal, con sus 88 años recién cumplidos y enfundado en una camperón de gabardina verde, entró lentamente al escenario de la mano de un acompañante. Atrás, un enorme lienzo fijaba imágenes pictóricas en el estilo de Oswaldo Guayasamín, sobre las luchas y penurias de esta parte del continente. Una mesa pequeña, con una silla y un vaso de agua lo estaban esperando. Sin embargo, la primera felicidad de la noche se produjo: el autor de El Evangelio en Solentiname rodeó la mesa, se acercó al micrófono y, de pie, dio las buenas noches. Los aplausos estallaron y uno por uno de los concurrentes comenzaron a levantarse de las butacas para recibir a esta leyenda viva de las letras en español. 


El nicaragüense fue claro en su primer anuncio: hacer una lectura cronológica de sus poemas más representativos. Comenzó con tres textos de su juventud. Poemas de amor que le pertenecen más a la lengua que a Cardenal, ya que cuando sus labios soltaron «Al perderte yo a ti tú y yo hemos perdido…», también los labios del público iban acompañando a coro cada uno de sus versos. Así le siguieron un par de sus Epigramas («Te doy, Claudia, estos versos» y «Recibe estas rosas costarricenses, Myriam»), mientras comentaba anécdotas divertidas que iban hilvanando algo revelador: el poder encantatorio y profano de la poesía. El viejo poeta se presentaba con la voz quebradiza, ahogada por momentos. Su mano derecha buscaba el agua y también el apoyo de la mesa. No obstante, como un «proto-performer» utilizó estos ambages para crear una complicidad con el auditorio. Después de la primera tanda, todos pensaron «Ya se va a sentar». Pero Ernesto Cardenal siguió erguido sobre sus sandalias —y sobre sus palabras— toda la lectura.

De pronto, la sala se llenó de pájaros. Cantos y colores salían de la garganta del poeta cuando entonó el poema Amanecer. Aquí, Cardenal presentó cada texto como un testimonio en primera persona de la Revolución Sandinista. Su voz, entonces, iba ganando en fuerza, en arengas y matices caribeños. Su boina negra se inclinó para decir la Oración por Marylin Monroe que, junto con El Oficio Nocturno, fueron los puntos más altos de la noche. Hasta que, hacia el final, una «contra-elegía» despidió a un hijo de la Revolución, Laureano Mairena, con más humor que lágrimas; aunque, en todos, el dique de la emoción ya estaba roto.

Cardenal, el sacerdote militante. Cardenal, el poeta de los pájaros liberados. Cardenal, además, el que golpea con la palabra y deja un hematoma que crece de adentro hacia afuera en el cuerpo de los espectadores. Cardenal, de pie. En nada más que media de hora de lectura intensa dio el presente. Ahora y siempre.


 

*Publicado también en el suplemento Escenario de Diario Uno de Mendoza el 17/03/2013.
Algunos de los poemas de Antología poética



Al perderte yo a ti tú y yo hemos perdido:
yo porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti
pero a ti no te amarán como te amaba yo.



*


Recibe estas rosas costarricenses,
Myriam, con estos versos de amor:
mis versos te recordarán que los rostros
de las rosas se parecen al tuyo; las rosas
te recordarán que hay que cortar el amor,
y que tu rostro pasará como Grecia y Roma.
Cuando no haya más amor ni rosas de Costa Rica
recordarás, Myriam, esta triste canción.



*


Te doy, Claudia, estos versos, porque tú eres su dueña.
Los he escrito sencillos para que tú los entiendas.
Son para ti solamente, pero si a ti no te interesan,
un día se divulgarán tal vez por toda Hispanoamérica
Y si al amor que los dictó, tú también lo desprecias,
otras soñarán con este amor que no fue para ellas.
Y tal vez verás, Claudia, que estos poemas,
(escritos para conquistarte a ti ) despiertan
en otras parejas enamoradas que los lean
los besos que en ti no despertó el poeta.


*


ORACIÓN POR MARILYN MONROE


Señor
recibe a esta muchacha conocida en toda la Tierra con el nombre de
Marilyn Monroe,
aunque ése no era su verdadero nombre
(pero Tú conoces su verdadero nombre, el de la huerfanita violada a los 9 años
y la empleadita de tienda que a los 16 se había querido matar)
y que ahora se presenta ante Ti sin ningún maquillaje
sin su Agente de Prensa
sin fotógrafos y sin firmar autógrafos
sola como un astronauta frente a la noche espacial.
Ella soñó cuando niña que estaba desnuda en una iglesia (según cuenta el Times)
ante una multitud postrada, con las cabezas en el suelo
y tenía que caminar en puntillas para no pisar las cabezas.
Tú conoces nuestros sueños mejor que los psiquiatras.
Iglesia, casa, cueva, son la seguridad del seno materno
pero también algo más que eso...

Las cabezas son los admiradores, es claro
(la masa de cabezas en la oscuridad bajo el chorro de luz).
Pero el templo no son los estudios de la 20th Century-Fox.
El templo -de mármol y oro- es el templo de su cuerpo
en el que está el hijo de Hombre con un látigo en la mano
expulsando a los mercaderes de la 20th Century-Fox
que hicieron de Tu casa de oración una cueva de ladrones.
Señor
en este mundo contaminado de pecados y de radiactividad,
Tú no culparás tan sólo a una empleadita de tienda
que como toda empleadita de tienda soñó con ser estrella de cine.
Y su sueño fue realidad (pero como la realidad del tecnicolor).
Ella no hizo sino actuar según el script que le dimos,
el de nuestras propias vidas, y era un script absurdo.
Perdónala, Señor, y perdónanos a nosotros
por nuestra 20th Century
por esa Colosal Super-Producción en la que todos hemos trabajado.
Ella tenía hambre de amor y le ofrecimos tranquilizantes.
Para la tristeza de no ser santos
se le recomendó el Psicoanálisis.
Recuerda Señor su creciente pavor a la cámara
y el odio al maquillaje insistiendo en maquillarse en cada escena
y cómo se fue haciendo mayor el horror
y mayor la impuntualidad a los estudios.

Como toda empleadita de tienda
soñó ser estrella de cine.
Y su vida fue irreal como un sueño que un psiquiatra interpreta y archiva.

Sus romances fueron un beso con los ojos cerrados
que cuando se abren los ojos
se descubre que fue bajo reflectores
¡y se apagan los reflectores!
Y desmontan las dos paredes del aposento (era un set cinematográfico)
mientras el Director se aleja con su libreta
porque la escena ya fue tomada.
O como un viaje en yate, un beso en Singapur, un baile en Río
la recepción en la mansión del Duque y la Duquesa de Windsor
vistos en la salita del apartamento miserable.
La película terminó sin el beso final.
La hallaron muerta en su cama con la mano en el teléfono.
Y los detectives no supieron a quién iba a llamar.
Fue
como alguien que ha marcado el número de la única voz amiga
y oye tan solo la voz de un disco que le dice: WRONG NUMBER
O como alguien que herido por los gangsters
alarga la mano a un teléfono desconectado.

Señor:
quienquiera que haya sido el que ella iba a llamar
y no llamó (y tal vez no era nadie
o era Alguien cuyo número no está en el Directorio de los Ángeles)
¡contesta Tú al teléfono!