viernes, 26 de febrero de 2016

La historia de un poema de Joaquín Valenzuela

 

por Joaquín Valenzuela (*)

Especial para El Desaguadero


Por cuestiones laborales suelo viajar bastante. Lo hago en colectivo (micro, ómnibus, le dicen en otros lugares). Es un buen momento para leer y sobre todo para escribir. La ventanilla es maravillosa. Muchos poemas han comenzado en esos viajes. El poema que he elegido fue escrito durante uno de ellos. Voy a contar las imágenes que lo fueron armando. Vamos a hacer la mochila, esperar el remis, ir a la terminal, subir al colectivo. La mayoría de las veces casi vacío. Otras, con pasajeros repartidos por acá y por allá.

Me gusta viajar del lado de la ventanilla, ver el campo, las rías, las tropillas pastando, caranchos, liebres, vacas. Y estaba en esas cuando le eché una mirada al resto de los pasajeros. Entonces me vi repartido y, en todo caso, sentí partes de mí repartidas en tantos viajes. Para ese entonces ya estaba escribiendo.
¿Y si todos los pasajeros fuesen yo en distintos tiempos? Ahí me dividí, me volví oreja, boca, partes de mí, cada cual en su butaca. Me volví nariz en el café, en el baño químico. Calculé los boletos que en algún momento supe guardar cuando significaban algún viaje en especial. Y enseguida recordé los pantalones lavados con boleto en los bolsillos, el papel desmenuzado, el polvo de las casas que he habitado, las pelusas en las ranuras de los pisos de parquet, el paso del tiempo, mientras el viaje continuaba. Yo iba a la ciudad de Dolores.

Cuando pasamos por el peaje varias hileras de balizas me llamaron la atención. Cónicas, anaranjadas, como bonetes con pequeñas esferas en la punta: eran como hileras de letras íes indicando el camino, ¿y si hubiera sido de noche? ¿y si era de noche y había de esos tachos con gasoil que a veces encienden para indicar los caminos?

Luego, la imagen del pobre pájaro en los últimos versos corresponde a otro viaje. Para el verso final, que también figura entre los primeros, no tengo explicación. Ese fue el verso que inició todo. Y llegó así porque sí.




6


pantanos satelitales estaba todo
igual de verde y negro que vía
satélite en el google earth yo pasaba
el viaje escribiendo pero más me iba
caballo viendo campo campo galopaba
más en los ojos que a pelo a mí
del corazón me salen papas pensaba
parecía este viaje una experiencia
como con drogas mixtecas
detrás iba yo en butacas
salteadas todos los viajes los bolsos
los pasajes rotos los papeles lavados
de los boletos desmenuzados el papel
no aguanta y menos un boleto común
de colectivo se habrían desintegrado
los boletos como uno año por año como
la arena es la pulpa del papel
el papel que se muere al polvo vuelve
a la pelusa y estábamos ahí restos
de mi atrás meta ida y vuelta no
polvo pero tantito muerto bajando multiplicado
subiendo la escalerilla del micro una pierna
una oreja un índice diciendo de mí no
no la nariz multiplicada oliéndole las tetas
al perfume del café químico del baño viajando
permanente i cono i cono i cono i cono el
peaje fuego en tachos de gasoil entre camiones i
cono i cono el parabrisas era el final
de sangre de los pájaros pensaba a mí
del corazón me salen papas


de Actividad Física (Ediciones en Danza, 2007)


(*)Joaquín Valenzuela Bellocq nació en Dolores, provincia de Buenos Aires, en 1971. Publicó los libros de poesía: Actividad Física (Ediciones en Danza, 2007); doméstico (Ediciones en Danza, 2009); Varamientos pampa (Ediciones en Danza, 2011); La casa del deshielo (Huesos de Jibia, 2013). Ha participado en antologías como Infancias -III Festival de Poesía en la Escuela- (añosluz, 2012) y Amor (Ediciones en Danza, 2015). En narrativa ha publicado la novela Mandarse a mudar (Ruinas Circulares, 2014). Su formación es interdisciplinaria: teatro, bellas artes, fotografía. Lleva el blog deanúmeros donde pueden leerse sus textos.

1 comentarios:

Susana de Iraola dijo...

Que hermoso poema. Imagino el corazón del poeta brotando...alimentos redondos para el alma